La Comarca del Maestrazgo ha publicado el primer libro dedicado a un convento servita, el de Las Cuevas de Cañart. Su autor, Vicente Lorente, llevo a cabo la presentación el jueves 11 en el espacio expositivo que ocupa un ala del claustro recuperada para albergarlo.
Su presentación estuvo precedida por la acogida de Rafaela Liébana, al frente de la entidad local menor, quien agradeció al Vicente su intenso trabajo para compilar la historia del convento. También agradeció la comarca la edición, representada por su presidente Roberto Rabaza.
Roberto aprovechó la ocasión para mencionar además de la inmensa labor de Vicente Lorente, el esfuerzo que tanto la entidad local como los vecinos de Las Cuevas, en torno a la asociación cultural del Morrón, llevaron a cabo para sostener y recuperar la ruina de la iglesia del antiguo convento, que sin sus atenciones no se hubiese mantenido.
También Pilar Sanguesa, como vecina y miembro de la asociación, quiso recordar a todas las personas que han participado en la recuperación de la historia del convento servita. Mostró cómo ejemplar un proceso en el que vecinos, particulares e instituciones han ido sumando y colaborando para lograr recuperar este monumento, entre los más visitados de la comarca.
Por último, Vicente Lorente nos explicó cómo comenzó a interesarte por la historia servitana. Actualmente está culminando una tesis doctoral que tiene por objeto el estudio de la comunidad servita en España.
Incidió en la documentación que había logrado compilar para elaborar la primera parte del libro dedicada a la historia del convento, un arduo trabajo que le llevo a visitar otros archivos y conventos.
En uno de ellos encontró el documento que Vicente transcribe en la segunda parte del libro, escrito en su versión original por Fray Luis Francisco Marín. Este fraile, describió minuciosamente el convento tal como le recordaba antes de que fuese desamortizado y poco tiempo después de vivir en él. Es tan preciso el retrato que hace de la iglesia que sabemos la dedicación de todas sus figuras y altares. También describe minuciosamente el interior de las dependencias conventuales, la cocina que conectaba con el refectorio a través de una ventana por donde pasaban la comida, la enfermería atendida las 24h, el patio enlosado donde jugaban los frailes a la pelota e incluso por dónde solían entrar los gatos.
Los vecinos de Las Cuevas dieron una calurosa acogida al libro, pero seguramente se convertirá en un lugar de referencia para quienes quieran conocer la vida conventual en uno de los mejores y más poblados conventos en Aragón.
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